lunes, 10 de mayo de 2010

SEMANA SANTA ES TODO EL AÑO

“Cuando el Mártir, moribundo
en el sagrado madero,
pasa cual sacro fantasma
entrambos brazos abiertos,
hasta calla, en homenaje,
el tenue rumor del viento;
tan sólo de los tambores
suena el redoble severo,
y acaso una marcha fúnebre
despierta dormidos ecos
que el suave ambiente saturan
de congoja y de misterio…”

(Manuel Verdugo 1878-1908)

Un domingo de aire florecido un muchacho se asoma a la ventana y rápido su corazón recobra el latido suave comprobando que el cielo no amenaza con lluvia. Y es que el joven lleva un año esperando, y más que esperando, preparando la semana más larga y más breve de todo su año, porque Semana Santa es todo el año. Ya hace cuarenta días que recibió la santa ceniza en su frente y presuroso, ansioso y alegre celebra la entrada de su Señor en la Jerusalén de su iglesia, de su vida. Contempla por enésima vez ensimismado como luce su Cristo en su paso dorado y su Virgen ataviada con lo mejor que sus hijos podemos dar a una madre.

Su alma ya está alerta y no puede apartar su pensamiento de la misma idea. Y ya por fin, golpea el metal de la fría llave la dura puerta de madera del templo de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro y se abre una vez más la gloria de la ciudad querida de Isabel la Católica. Ya salen los primeros nazarenos, el olor a cera, no hay sitio para nadie más en la esquina de San Jerónimo, olor de incienso, ya San Juan de Dios recibe alegre al Rey de los Cielos porque Jerusalén ahora es la tierra de la Alhambra y su pueblo lo recibe jubiloso, que si en su tierra con palmas lo recibieron aquí lo recibimos con nuestros corazones abiertos a su paz. El joven sonríe y tras cruzar el último varal de la iglesia mira gozoso el semblante de la Reina de la Paz y sus ojos empiezan a enjugarse en lágrimas. Llora porque sabe que es el principio del fin, porque en un suspiro volverá a despedirse su mejor semana con otro palio pero esta vez blanco. Llora porque no cabe en sí de alegría, porque su redención esta cerca, por tantas peticiones que lleva en su corazón, por tantas cosas...


Sin retrasarse anda presuroso a ver la siguiente cofradía y así lo hará durante todos los días porque para él la Semana Santa no se puede leer, no se puede fotografiar no ver en base ninguna filmográfica, la Semana Santa se vive, es Pasión, pasión por su Semana Grande donde desfilan hermandades luchadoras del barrio del Zaidín y Vergeles, donde se mezclan tallas de valor artístico incalculable de nuestra escuela granadina con el paisaje de la carrera del Darro y el aire fresco de la zona, donde en silencio se reza ante imagen policromada como la luz del evangelio de San Juan, cual cadáver de hombre sereno. La Pasión según Granada corre por las venas, se vive en cualquier rincón del barrio del Albayzín, en la recogía de la Aurora gritando guapa, en el Sacromonte lleno de Consuelo, en el Realejo con su madre sol ofreciéndonos el rosario, con un caído y un coronado de espinas, con silencio en la calle San Antón y Capitanía, con la campana de la vela llorando testigo de que su Madre se marcha desde la Alhambra a Granada un rato… con todo porque la Semana Santa no es nada en particular es un todo, un compendio de una ciudad milenaria y una escuela artística inigualable y primigenia del resto, porque la imaginería de su escuela es intimidad con Dios, no son grandes misterios poderosos, es el poder de la talla principal, del misterio divino, es hablar con Dios en la Soledad de su paso como altar trasladado a la calle… porque la Semana Santa en Granada solo se puede vivir.

Ya se acerca la hora nona, en el acto único e inigualable en que Granada se arrodilla ante su Señor. Las nubes lo cubren como en aquella fatídica hora en el monte de la Calavera, en donde se cubrió todo de tinieblas. Le hacen de palio al Señor de Granda esculpido en la piedra, El Santísimo Cristo de los Favores. Y su pueblo sin previa convocatoria en multitud de miles se reúne a celebrar la muerte de su Señor y a robarle como San Dimas sus últimos favores mientras la única campana de la cristiandad por bula papal suena porque en Granada llora la única campana en el mundo la muerte de Dios y de rodillas el joven llora por la injusticia y llora por su propia conversión porque DIOS MUERE CADA VIERNES SANTO EN EL CAMPO DEL PRÍNCIPE, y que místico ambiente se crea contemplando al Señor en piedra recordando el acto de amor más grande.


Y tras los oficios en la Parroquia Patronal de San Cecilio, el muchacho orgulloso con su cara tapada va tras su señor de los Favores a cumplir Estación de Penitencia, con el mayor fervor de su alma, en el día en que el silencio de la muerte lo rompe la mejor agrupación para llorar la muerte de Dios. Ya en la madrugada cansado del camino y la cruz, recibe a su Madre de Misericordia, entre vivas y guapa, a su Greñúa porque si en tierras occidentales sus Madres llevan los nombres de su barrio aquí en Granada Reina y Madre solo podría decírsele GREÑÚA, porque a sus hijos así se les nombra y porque quieren tener bien cerca su Misericordia, y basta ya de historias absurdas sobre el divino pelo de la Señora, porque no hay mayor honor en Granada que ser greñúo y llevar en sus espaldas a la Madre de Dios que se llama Misericordia Coronada. Y el joven atesora la recogía de su madre que al fin está en su casa, ya Granada la ha venerado, ya Granada la corona de su amor le ha entregado, y al fin cuando se cierran la capilla, ¡cómo se conmueve el alma! Porque ya es Sábado de Gloria y la pena torna a triunfo, que ya lo anunciaba por la cuesta las marchas alegres de la Señora porque ¡Madre tu hijo ha resucitado y no hay necesidad de llanto! ¡Que ya viene la Pascua! cuando la campana de la Vigilia en Sábado Santo redoble a gloria porque el Dulce Nombre de Jesús sobre la muerte ha triunfado.
Y aunque en melancolía el joven se quede hasta el próximo Domingo de Ramos, con más ilusión trabajará porque Semana Santa es todo el año.

Héctor Olmedo Sánchez

No hay comentarios:

Publicar un comentario